El nombre del pueblo de Deià tiene su origen en el término árabe daia o ad-daia, que
significa campo, según la teoría de Joan Coromines.
Deià es un pequeño municipio situado en la vertiente
norte-occidental de la Serra de Tramuntana, que
en este sector toma el nombre de serra des Teix. Limita con Sóller, Bunyola, Valldemossa y con el mar, siendo el quinto término más pequeño de Mallorca. Este municipio presenta tres zonas bien diferenciadas: es Puig o parte alta, coronado por la iglesia y el cementerio; la parte media a lo largo de la carretera de Valldemossa – Sóller: y es Clot o zona baja, que antiguamente fue el núcleo de la población principal.
en este sector toma el nombre de serra des Teix. Limita con Sóller, Bunyola, Valldemossa y con el mar, siendo el quinto término más pequeño de Mallorca. Este municipio presenta tres zonas bien diferenciadas: es Puig o parte alta, coronado por la iglesia y el cementerio; la parte media a lo largo de la carretera de Valldemossa – Sóller: y es Clot o zona baja, que antiguamente fue el núcleo de la población principal.
Este pequeño pueblo se encuentro a solo media hora
en coche desde Palma. Se llega por la C-710, una sinuosa carretera que bordea
la costa desde Valldemossa a Sóller ofreciéndonos uno de los itinerarios más
sorprendentes del litoral Mallorquín.
Historia de Deiá
El origen de la ocupación de Deiá tenemos que
buscarlo en los primero pobladores permanentes de Mallorca. Se han encontrado
tres yacimientos arqueológicos de gran importancia para el estudio de la
prehistoria mallorquina:
-
La cueva de Betlem, donde Manuel Rosentigni
y Wladimir de Lamsford descubrieron en 1958 unos grabados. Este conjunto de
grabados ha sido interpretado como la representación de un episodio de caza.
- La cueva de los Muertos de Son Gallard, excavado por el Dr. William Waldren, es una gruta donde se ha
encontrado un nivel de habitación neolítica de entre el 4250 y el 3700 aC. Se
la considera como la necrópolis más antigua de las islas y fue utilizada como
tal hasta la conquista romana en 123 aC.
- La cueva de Son Marroig, excavada
también por Waldren, es una necrópolis pretalayótica. Se encontraron 8 cráneos
y largos huesos a su alrededor.
También dejó huella la presencia romana por la
cerámica encontrada y por el desarrollo del cultivo de olivos. Pese a ello, no
se ha encontrado ningún yacimiento de esta época.
Durante la dominación
islámica, Deiá, pertenecía al juz’
de Bunyula-Musu. La presencia árabe es evidente gracias a la toponomia de Deiá,
Llucalcari, Castell del Moro y en los numerosos encuentros de cerámica y otros
utensilios encontrados en todo el municipio.
Después de la conquista de Jaume I (1229), Deiá fue concedida a Nunó Sanç, excepto Llucalcari,
que fue donado a Gilabert de Cruilles. Siete años después de este reaprto Nunó
Sanç fundó el monasterio de los monjes de Sant Bernat de la Real y entregó a su
abad todo el dominio y jurisdicción de Deiá. Murió en 1244 sin descendencia y,
como era pariente de Jaume I, todos sus bienes pasaron a la parte real,
incluido Deiá.
En 1276, Ramon
Llull consiguió de Jaume II un contrato de intercambio que le permitió
fundar un colegio de frailes menores en Miramar; por esta razón Jaume II
entregó al abad de la Real la gran alquería de Deiá. Los mojes del Císter
hicieron prosperar el territorio gracias especialmente a la agricultura.
Deiá ya era administrativamente especial: por un lado
formaba una sola Universidad con Valldemossa, donde tenía sus representantes en
el Consejo de la villa y, por otra tenía alcalde propio. Pero esta situación
provocó conflictos entre los dos alcaldes. Por eso en 1583 el procurador real
Hug de Berard y de Palou, concedió a Deiá la Universidad, separándola así de
Valldemossa. El mismo día se constituía el primer gobierno municipal.
El municipio de Deiá, por su situación costera,
estaba expuesto al ataque de los piratas,
desde los berberiscos africanos hasta los turcos, que ya en 1542 había
devastado el puerto de Sóller. En 1552 saquearon Valldemossa, en 1558
desembarcaron en Andratx, en 1561 en Sóller y el 1582 ciento cincuenta moros
desembarcaron en Sa Foradada y fueron vencidos por 50 mallorquines liderados
por el capitán Mateu Sanglada.
A raíz de estos ataques las autoridades mallorquinas
decidieron construir un sistema de fortificaciones con torres de señales de
fuego por toda la Serra de Tramuntana. En 1609, la Universidad de Deiá pidió la
construcción de una torre en la punta del cabo de Deiá, conocida ahora como la torre de Deiá o de sa Pedrissa.
Durante los siglos XVI y XVII Deiá también se vio
afectada por la crisis económica.
Las crisis agrarias y la falta de suministros, a causa de la peste de 1652,
empobrecieron todavía más al pueblo, hecho que provocó la aparición del bandolerismo.
Los bandoleros atacaban las posesiones más ricas del municipio. Por orden del
virrey, en 1644 Deiá tuvo que crear su propio Cuerpo de Guardia. No fue hasta
el siglo XIX cuando la incidencia del bandolerismo disminuyó.
El siglo XVIII no pudo comenzar peor: a la peste y a
las deudas había que sumarle la mala cosecha, tanto de grano como de oliva, y
la guerra de Sucesión. Muchos deianencs (habitantes
de Deiá) tuvieron que sobrevivir de limosnas y del trigo que se repartió. Todos
estos factores provocaron el estancamiento de la villa e hizo cambiar su
estructura social, que se mantendría hasta el siglo XX.
En el siglo XIX destaca la repercusión que tuvo en
Deiá la Ley del 20 de octubre de 1820
que suprimía los conventos de menos de
20 individuos y ordenaba que todos sus bienes pasaran al Estado. Esto solo
duraría unos años ya que Fernando VII, en un Real Decreto del 1 de octubre de
1823, suprimió todas las leyes y disposiciones que había aprobado el gobierno
constitucional entre los años 1820 y 1823. A mediados de este siglo la
población experimentó un fuerte retroceso causado principalmente por la emigración.
Al mismo tiempo, Deiá empezaba a ser conocida en
todo el mundo. Pintores, artistas e intelectuales se establecieron en Deiá
desde finales del siglo XIX. El Archiduque
Luis Salvador inauguró la lista de visitantes ilustres, seguido por Joaquim
Mir, Santiago Rusiñol, Rovert Graves o William Waldren, entre otros. A partir de los años sesenta se
intensificó la llegada de extranjeros que elegían Deiá como segunda residencia.
Bibliografía
ENSENYAT ALCOVER, Josep F. y VICENS
PIZÀ, Carolina (2003): “Deià” en Guia dels pobles de Mallorca. Ed. Hora Nova
S.A., Inca (Mallorca). P. 6 – 16.
Fotografías
Virginia Leal © 2016