El edificio
del antiguo Gran Hotel forma parte
de la historia reciente de Mallorca. Fue el primer establecimiento hotelero de
categoría en toda la isla, pionero de aquella “industria de los forasteros” que
iba a cambiar radicalmente la economía y la sociedad mallorquinas.
Arquitectónicamente, constituye el mejor exponente del modernismo en la isla,
felizmente recuperado después de una costosa labor de restauración. En la
actualidad sirve de sede a la Fundación “la Caixa”, y representa uno de los
puntos de cita de la actividad cultural de la ciudad de Palma.
Historia
El Grand Hotel
(originalmente utilizaba el nombre en francés, como los establecimientos más
lujosos de su tiempo) se construyó entre 1901 y 1903, en un momento en que
Mallorca comenzaba a atisbar las posibilidades de un desarrollo turístico
aunque reducido a los viajeros de alto nivel económico, intelectuales y
artistas.
El hotel
representó una verdadera evolución para la época. Fue proyectado por el arquitecto
catalán Lluís Domènec i Montaner,
autor entre otras obras del Palau de la Música de Barcelona. El Grand Hotel se
inscribía así en la corriente del modernismo, lo más avanzado en su tiempo, y
combinaba la audacia estética con los requerimientos del confort.
El
establecimiento ocupaba una extensión de 1061 metros cuadrados. Tenía cuatro
pisos, y en los sótanos se situaban las bodegas, los caloríferos, la instalación de gas y electricidad, la cocina y las
dependencias del personal. La planta baja albergaba el comedor de huéspedes, el
restaurante, un salón para señoras, un salón de fumar y las oficinas. Desde
allí, por medio de una escalera regia y un coquetón
ascensor, se accedía a los pisos ocupados por las habitaciones. Según la
prensa de la época, allí se encontraban “los
salones ricamente adornados, cuartos de baño, WC particulares y cuartos
habitaciones. En todas ellas existen caloríferos y pueden dar cabida muy
cómodamente a 170 personas”.
Toda la
decoración y mobiliario era de primera clase, con elementos comprados en el
extranjero. La cubertería, por ejemplo, procedía de la factoría austríaca de
Arthur Krupp. Otra innovación revolucionaria estribaba en que el Grand Hotel fabricaba su propia
electricidad y calefacción, todo ello en una época de gas y quinqués.
En consonancia
con esta atmósfera suntuosa, se buscó la participación de numerosos artistas.
Joaquim Mir y Santiago Rusiñol aportaron así siete murales para el gran salón
comedor, que se mostraban junto a cerámicas de la firma Puyans i Català y de Sa
Roqueta. Las artísticas cristaleras fueron encargadas a Ferrés y Cía, de
Barcelona.
Los precios
eran elevados. Aparte, había que pagar diferentes suplementos por baño, ducha y
calefacción.
La
inauguración del Grand Hotel, el 9 de febrero de 1903, constituyó un
acontecimiento social. La plaza de Weyler se llenó de carruajes con
autoridades, aristócratas, cónsules, periodistas e invitados. El edificio fue
bendecido por el obispo Pere Campins, tras lo que se celebró una cena de gala.
Los brindis fueron efectuados por Miquel del Sants Oliver y el poeta Joan
Alcover.
En su primera
etapa el hotel estuvo dirigido por el señor Albareda, un profesional de gran
prestigio que entre otras cosas impulsó una guía turística de Mallorca dedicada
a los clientes del hotel, pionera en su género. Más tarde se harían cargo de la
dirección el propietario, Juan Palmer, y su hijo, quienes lograron consolidar
el negocio. En aquellos tiempos, el Grand
Hotel rivalizaba con los mejores de
Madrid y Barcelona.
Los años
difíciles de la guerra civil supusieron el colapso del turismo y de los
visitantes de prestigio. Durante la contienda, el Grand Hotel fue residencia de
los oficiales y suboficiales de la aviación italiana. Finalmente el edificio
fue vendido en la década de los cuarenta y se convirtió en la sede de las
oficinas del Instituto Nacional de Previsión. Este nuevo uso supuso una
importante transformación. Fueron suprimidos los coronamientos neogóticos que
caracterizaban la fachada, se cegaron varias entradas, muchos elementos
decorativos fueron cubiertos o desmontados y el interior quedó irreconocible.
Posteriormente se instalaron en el antiguo hotel un juzgado y la oficina del censo, lo que
precipitó un estado de avanzado deterioro.
En esas
condiciones adquirió la Caixa d’Estalvis
i Pensions de Barcelona (“la Caixa”) el antiguo Grand Hotel, con el
propósito de construir la sede la Fundació “La caixa” en Mallorca. Las obras de
rehabilitación comenzaron en 1987 a cargo del arquitecto pere Nicolau. Los
trabajos duraron 7 años y costaron alrededor de 1.100 millones de pesetas. Hubo
que rescatar numerosos elementos decorativos, reparar otros y reponer los que
resultaban más característicos, como los coronamientos de la fachada. Se
intentó recuperar el máximo posible de piezas y elementos del viejo hotel para
revivir su carácter. La inauguración de las obras tuvo lugar en julio de 1993,
noventa años después de que abriese sus puertas el Grand Hotel, y fue un evento
social tan importante como la primera inauguración, con asistencia de los reyes
de España.
La visita
La fachada del
Grand Hotel ha sido recuperada después de un minucioso trabajo de
investigación, basado en fotografías de época e incluso los esbozos originales
de Domènec i Montaner. El edificio, en la línea modernista, seguía una
intención de arte total y combinaba arquitectura con escultura, cerámica e
interiorismo. Tal como describe Miquel Seguí, “en la fachada predominan las líneas híbridas y orientalizantes. Su
desbordante floralismo decorativo aproxima la obra de Domènech al movimiento
europeo en su vertiente naturalista. El elemento vegetal y floral se extiende a
lo largo de todo el edificio, sobre balaustradas, capiteles y molduras, y en
las decoraciones interiores. Junto al ornamento naturalista aparece la cerámica
policromada de influencia hispano árabe y elementos decorativos como aguiluchos
o dragones”.
El bar de la
fundación y la librería ocupan los lados de la parte baja, que ha recuperado
las entradas que tuvo en su origen. Al penetrar en el edificio se encuentra lo
que fuera el comedor del Grand Hotel. En la actualidad, la estancia se utiliza
para exposiciones.
En el Grand
Hotel de hoy se encuentran salas de actos, talleres educativos, una mediateca y
sobre todo una exposición permanente de la obra de Hermenegildo Anglada Camarassa, artista catalán de finales del
siglo XIX afincado en Mallorca. Los fondos de esta muestra se encontraban en el
Port de Pollença hasta que fueron adquiridos por la Caixa en 1988. La colección
está formada por 79 óleos pintados entre 1898 y 1953, así como recuerdos
personales del artista y 125 dibujos.
Bibliografía
GARRIDO, carlos y ORTEGA, Elena (1996): “El Gran
Hotel. Palma: Pentágono cultural II” en Guía
del Patrimonio. Recorridos culturales de las Islas Baleares. Ed. El Dia del
Mundo, Palma, p.85 – 89.
Fotografías
Virginia Leal © 2013
FAM (Fotos Antiguas de Mallorca)
FAM (Fotos Antiguas de Mallorca)