domingo, 5 de mayo de 2013

"Miramar" - Valldemossa



La casa-museo de Miramar, una de las posesiones más antiguas y con más historia de Mallorca, trabaja para mantener y difundir su importante patrimonio histórico y cultural. Su objetivo es dar a conocer a mallorquines y foráneos dos de las figuras imprescindibles de la historia de Mallorca: Ramón Llull y el Archiduque Luis Salvador.

En 1240 ya aparece documentada esta posesión como en el rafal árabe de Alcorayola. En 1276, por iniciativa de Ramon Llull, el rey Jaume II de Mallorca, estableció allí el Colegio de Lenguas Orientales de Miramar. Posiblemente, por la excelente ubicación de la posesión, esta pasara a llamarse Miramar.

Ramon Llull vio la necesidad de comprender la mentalidad y la cultura del islam como forma de tramar una acción de proselitismo eficaz. El Miramar misional constituirá un hecho reconocido en la difusión del pensamiento cristiano. El colegio desapareció pocos años después, en 1295. Durante los años de funcionamiento el beato escribió allí la obra más difundida de su corpus: “El Llibre d´amic e amat”. Además, Miramar fue la fuente de inspiración de una de las primeras estrofas de literatura paisajística en lengua catalana, incluidas en su bello poema Cant de Ramon.

En 1485 se instaló en Miramar la primera imprenta de Mallorca y una de las primeras de todos los países de habla catalana. En el siglo XVI vivió el padre Antontio Castañeda, ermitaño y padre espiritual de santa Catalina Tomàs. Fue capitán de los ejércitos de Carlos V, pero desengañado de la vida que llevaba, se retiró a Valldemossa, donde vivió como ermitaño, primero en una cisterna, después en una cueva y finalmente en Miramar hasta su muerte el 1583. Después de esto la historia de Miramar, hasta la llegada del Archiduque, se caracteriza más bien por la constante presencia de ermitaños.

Posteriormente, en 1872, el Archiduque Luís Salvador de Hasburgo-Lorena- uno de los miembros de la corte imperial austrohúngara-, adquirió la finca, reformó las casas y la capilla, recuperando así la memoria de Ramon Llull y el mensaje de respeto y disfrute de la naturaleza construyendo numerosos caminos y miradores; también embelleció el conjunto con dos jardines contiguos y proyectó el Jardín de la Torre del Moro. Los interiores fueron nuevamente amueblados con piezas mallorquinas tradicionales y con otras que eran copia de las que había anteriormente.  

El Archiduque concibió Miramar como un lugar abierto a todos los visitantes, por lo que en 1873 abrió la hospedería de Ca madò Pilla. Con motivo de la colocación de la primera piedra del oratorio de Ramon Llull, el 21 de enero de 1877, se hizo una gran celebración religiosa. Cuatro días después tuvo lugar una gran fiesta literaria, en recuerdo del sexto centenario de la fundación de Miramar. Enamorado de estos lugares, el Archiduque invitó a relevantes personalidades de la época a visitarlos, entre los cuales destaca la legendaria Sisí de Austria, que quedó tan impresionada que bautizó con el nombre de Miramar a su hijo.

A la muerte del Archiduque, en 1915, el heredero fue su secretario, Antoni Vives Colom, para después pasar a su hija Lluïsa Vives Venezze, casada con el pintor Antoni Ribas Prats; actualmente es propiedad de la hija de los anteriores, Silvia Ribas Vives.

La visita a Miramar

La visita a Miramar comienza en el área de recepción. Fuera del recinto de casas se sitúa la tafona (almazara). Se encuentra en perfecto estado de conservación; cuenta con una prensa mecánica y sobre el rotlo (rulo) se puede ver la fecha “1934”. Al lado se sitúa la sala de mapas donde, además de contemplar los intensos esfuerzos del Archiduque viajero sobre la cartografía del Mediterráneo, encontramos una buena colección de imágenes de la época, tanto del protagonista como de su mundo. Destaca el libro enrollable dedicado a Alexandrete, colgado en la parte superior de la sala.

Desde la entrada se accede en primer lugar al jardín. Contiene una interesante selección de árboles y plantas autóctonas, entre los que destacan dos tejos. Sobre uno de los muros conservados de la antigua edificación se alza un fragmento del claustro gótico del convento de Santa Margalida de Palma. Llegó al Archiduque a través del escritor y maestro de obras militar Pere d´Alcàntara Peña, quien lo había desmontado a causa de un grave peligro que sufría por las obras de transformación del convento en hospital. Consta de 17 arcos góticos, trifoliados, sostenidos por 19 columnas.

A la derecha del jardín, se alza la capilla de Miramar, la primera obra de rehabilitación que comenzó Luís Salvador después de la compra. El actual edificio se corresponde con una de las capillas laterales de la primitiva iglesia. Las obras fueron llevadas a cabo por Bartomeu Ferrà entre 1872 y 1873. La capilla se encuentra precedida por un atrio que cubre la entrada, decorado por el relieve de un demonio. El tejado está rematado por una espadaña.

El interior de la capilla es de un solo tramo de bóveda de crucero y sobre la clave podemos contemplar el escudo del Archiduque. Sobre el altar hay un retablo, formado por un tríptico. El centro está presidido por la Trinidad, mientras que en los laterales están representados Ramon Llull y santa Catalina Tomàs.

La capilla contiene otras piezas de gran interés como la escultura de la Mare de Déu de la Garda, a la derecha del oratorio. Esta pieza fue donada por la emperatriz Elisabet de Austria, después de su segunda visita a Miramar. Es una delicada imagen en mármol blanco, levantada sobre una pilastra donde hay una placa colocada por Luís Salvador como recuerdo de esta donación.

En la otra parte del jardín se ubican las casas de Miramar. El edificio tiene tres plantas de altura, cubierto por dos vertientes y con las cuatro fachadas decoradas (a excepción de la torre) por un esgrafiado obra del propio Archiduque, quien se inspiró en una casa de Establiments. La entrada desde el jardín se efectúa bajando unos escalones sobre una pérgola sostenida por cuatro columnas procedentes del antiguo claustro de Miramar. El portal da a la primera vertiente de las casas, construido por Luis Salvador.

A la izquierda se encuentra la actual sala de conferencias, llamada anteriormente la sala de la Fuente, ya que durante las obras apareció una pica. El fondo de la sala está decorado por un conjunto de conchas que representa la figura del Doctor Iluminado, inspirado en la xilografía de Pere Posa Apostrophe Raimundi, de 1504. El Beato se encuentra flanqueado por dos cipreses, mientras que encima se encuentra el escudo archiducal y la inscripción en italiano “Anno 1872”. Toda esta sala está recorrida a media altura por un enladrillado, inspirado también en la xilografía.

En la sala de la derecha se ubica uno de los elementos más impresionantes del patrimonio de Miramar: el cenotafio de Vratislau Viborny, el primer secretario del Archiduque, muerto en Palma el 25 de julio de 1877, con tan solo 24 años. Esta romántica escultura, obra de Antonio Tandardini, representa la resurrección del joven mientras un ángel recoge el alma. Sobre las paredes cuelgan fotografías de la familia y de la trayectoria personal del Archiduque. La sala todavía conserva el suelo original y el enladrillado de los bajos de la pared, inspirados en los que decoraban la portería del locutorio del convento de Santa Magdalena de Palma.

Desde aquí pasamos a la parte primitiva de las casas a través de dos pequeños arcos de medio punto, uno de los cuales, antes de la reforma del Archiduque, correspondía con el portal que daba al claustro. Es muy probable que el suelo empedrado de toda esta ala sea de la época de Ramon Llull. En la parte derecha se ubica la entrada de la antigua habitación de los mensajes y la cámara que acoge una recreación del interior del barco del Archiduque, el Nixe II. En la parte izquierda se encuentra una cocina tradicional, con chimenea y viadera, y la escalera que sube a la planta noble.

Desde la segunda vertiente se accede al mirador de poniente, desde donde se aprecian unas magníficas vistas de la costa mallorquina. La preceden pinares y los restos de la torre-oratorio de Ramon Llull, medio derrumbada después de que en 1975 impactara un rayo. Sobre la fachada hay adosadas varias placas conmemorativas dedicadas al recuerdo del Archiduque. Destaca la que reproduce los versos del poeta mallorquín Joan Alcover. Como elemento curioso, al lado del portal, hay una gran ancla proveniente del Nixe II. En la parte izquierda se puede ver la sólida torre de defensa.

La fachada del sur hoy en día está fuera de la visita a las casas. En el lado opuesto, al norte, al lado de la capilla, se ubica el Jardín de Cipreses, que ocupaba el espacio de la antigua iglesia de Miramar. Cuenta con un curioso empedrado en forma de cruz.

A través de una escalera situada debajo del mirador se baja hasta el Jardín de la Torre del Moro. Es una de las obras más singulares de Luís Salvador. Este espacio fue concebido con la idea de hacer un jardín botánico con muestras de plantas y los árboles más significativos de la flora insular. Ocupa un espacio de unos 200 metros cuadrados, levantado sobre un altísimo muro de pedra en sec. Se encuentra limitada por una pequeña pared coronada por 33 almenas. En la parte central hay dos pasteras, cada una de las cuales contiene una estrella de 9 puntas, hechas con la intención de evocar el Ars Combinatoria lul·liana. En la parte superior se encuentra el safareig (estanque). Los muros laterales presentan una disposición escalonada, decorados con copas de mármol de gran tamaño que contienen curiosos grafitos de principio de siglo XIX.

Desde el Jardín de la Torre del Moro, bordeando un marge, se llega a otra obra paradigmática del Archiduque: los Pontets de la Font Coberta. Hay en total 13 y atraviesan el badén empedrado que baja de la fuente. Desde aquí, por un caminito escalonado se puede ir hasta las Cuevas de Poniente. Un poco más abajo se localiza el Mirador de sa Ferradura, desde donde se obtiene una de las más espléndidas vistas de sa Foradada.

Bibliografía: “Les Possessions de Mallorca. Vol. I.”, de Tomas Vivot; “Guia del paisatge cultural de la Serra de Tramuntana”, de Gaspar Valero i Marti; “El paisatge del Arxiduc”, de Nicolau S. Cañellas Serrano; “Les possessions mallorquines de l´Arxiduc”, de Sebastià Trias Mercant.
Fotografías: Virginia Leal.