Doña Elisabet
Safortesa Gual-Desmur, hija de Mateu
Safortesa-Tagamenent, nació en la
solariega casa de la calle de Sant Bartomeu, en el año 1530, delante de la actual plaza que precisamente
se llama de Can Tagamanent. Durante los años 1549 y 1550 vivió con Elisabet la
que después fue santa mallorquina, Catalina Tomàs i Gallard, antes de entrar en
el convento de Santa Magdalena. Catalina estaba destinada al servicio
particular de Elisabet; durante esta época ambas jóvenes se hicieron muy
amigas, de tal manera que dice la tradición que Elisabet enseñó a leer,
escribir y bordar a la Beateta.
En la
biografía que de la santa mallorquina hace el cardenal Antoni Despuig aparecen
diversas referencias a Elisabet, pero el episodio muestra la singularidad de la
vida de esta dama de la nobleza mallorquina, extraído de la mencionada biografía,
es lo que se cuenta a continuación:
“En su
juventud, Elisabet tenía deseos de ser religiosa, y esperaba llevar a buen
puerto sus planes en el convento de Santa Magdalena con su compañera Catalina;
pero, esta le anunció que nunca se pondría ningún velo religioso sobre su
cabeza. Poco después se casó con un noble caballero llamado Jordi de Santjoan,
que tenía el cargo de procurador real. Pese a la diferencia de estado civil,
Elisabet y Catalina mantuvieron el contacto; Elisabet iba a visitarla al
convento y existió entre ambas un afecto cordial. A los pocos años de casada,
Elisabet enviudó. Consolada por Catalina, quedó tan desengañada de las vanidades
del mundo, que tomó la dura resolución de encerrarse, previa autorización del
Capítulo de la Seu, en una pequeña estancia situada al lado de la capilla de
Sant Pere de la Seu, al lado de la Epístola, espacio que todavía subsistía en época
del cardenal Despuig. La singularidad de esta petición hizo dudar al Capítulo
Catedralicio, que aceptó después de la reiterada contundencia de la solicitud
de tan rigurosa clausula; así, los Actos Capitulares de la Seu de los días 21
de marzo y 7 de abril de 1576, reflejan la gracia que se le hizo: Un possit se retraere, et caudere intus
Ecclessiam Sedis.
Elisabet, ya
en su espacio penitencial, ordenó tapar la puerta que da paso al Mirador, y
dejó solo un torno por dónde se le suministraba el mínimo alimento necesario.
En la parte inferior del muro que da a la capilla se le abrió una ventana, que
usaba para las largas horas de oración a las que se entregaba. Por eso, el
pueblo la conoció con el nombre de la Dama
Emparedada. En aquel rincón cerrado de la Seu acabó su vida el 16 de
noviembre de 1589, después de 13 años de reclusión voluntaria.
La partida
original de enterramiento de Elisabet Safortesa aparece en el libro de
administración de la Sacristía del real Convento de Santo Domingo”
Si pasean por
el Mirador, encima del espacio de las Voltes, verán adosado al ábside lateral
correspondiente a la capilla de Sant Pere el muro que cerraba el espacio de la
Dama Emparedada, así como también los restos del portal cegado que hizo cerrar,
y dos pequeñísimas troneras (ventanas pequeñas), que no sabemos si le debían
permitir respirar el aire del cercano mar abierto.
Bibliografía: "Passetjada per les llegendes de Palma", de G. Valero.
Fotografías: Virginia Leal