Mostrando entradas con la etiqueta Santa Margalida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Santa Margalida. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de enero de 2016

Parte II. "La necrópolis de Son Real: la punta des Fenicis".


La Punta des Fenicis es un promontorio (una elevación) triangular que se adentra unos 600 metros en el mar. Está ocupado en gran parte por una necrópolis prehistórica que constituye el monumento arqueológico más valioso de Son Real.

Esta necrópolis es un conjunto funerario que reproduce algo parecido a una ciudad en miniatura al lado del mar. Tiene una superficie de 800 metros cuadrados en los cuales han aparecido un centenar de tumbas. Las edificaciones sepulcrales de la punta des Fenicis tienen la apariencia de un edificio de época talayótica, pero en pequeña escala. Originalmente estaban cubiertas de por losas de piedra y probablemente tenían algún tipo de ofrenda o signo cultural exterior. Este lugar gozaba de mucha consideración mágica-religiosa. En aquel tiempo los muertos eran temidos como una presencia activa. Seguían protegiendo la comunidad y por eso los tenían que cuidar y honrar.

Pero no todas las edificaciones seguían el mismo modelo. Así podemos distinguir tres tipos de tumbas:

Necrópolis - Mallorca

-         Las más antiguas son de planta cuadrada, rectangular o circular. La que ha sido considerada como la más antigua es la denominada tumba 2. Se puede reconocer porque es la de planta circular que está más cerca de la parte de tierra. A su alrededor encontramos otras tumbas de este núcleo original, de planta circular, cuadrada y una rectangular y muy alargada (la tumba 5, al final de la línea que forman las tres circulares). Esta primera fase se ha situado entre los siglos VII y VI a.C. Por tanto, se trata de un momento en el que la cultura ibérica peninsular se encuentra en sus inicios. Un siglo después de la fundación de Roma y de la vida de Homero.

-       Las micronavetas o “santuarios en miniatura”. Las tumbas tienen un ábside redondeado y un cierre recto en el otro extremo, reproduciendo la forma de una nava. Es la misma planta que la de las navetas funerarias menorquinas y de los santuarios talayóticos. Probablemente querían evocar estos edificios de culto. Corresponden al siglo V a.C. cuando la influencia exterior comienza a ser patente en la Mallorca protohistórica, sobre todo desde la Ibiza púnica. Temporalmente se corresponde con la Grecia clásica en su momento de esplendor.

-        Tumbas simples: en su mayoría de planta cuadrada, sencillas y, a veces, concebidas como un simple aprovechamiento de los espacios entre los otros monumentos. Es el momento final de la necrópolis, situado entre los siglos IV-III a.C. el mundo vivía en aquel momento las gestas de Alejandro Magno y las guerras púnicas.

Por tanto, la necrópolis de la punta des Fenicis es una síntesis de la prehistoria de Mallorca. Encontramos desde la arquitectura ciclópea y simbólica hasta las edificaciones más sencillas y funcionales.

¿Quiénes eran enterrados en ellas?

Si bien todavía no se sabe a ciencia cierta qué contenían estas tumbas o quienes eran enterrados en ellas, conocemos muchos aspectos parciales que nos ayudan a confeccionar un retrato.

Necrópolis Son Real-Mallorca
Según los estudios realizados a los restos humanos encontrados en ellas, parece que correspondían a individuos de categoría, miembros de una clase dirigente. Así lo delata el carácter grácil de los huesos y la ausencia de muestras de un esfuerzo muscular prolongado. Además, el número de deposiciones funerarias supera los 400 individuos. Esto, teniendo en cuenta los cinco siglos en los que funcionó, es una proporción muy reducida. Se ignora dónde iban a parar los restos de la clase popular.

Entre los cadáveres estudiados hay una mayor proporción de hombres (44%), en comparación de las mujeres (37%) y niños (2%). Esto podría abundar en la creencia de que la sociedad talayótica tuvo un déficit permanente de población femenina, tal y como revelan algunos autores clásicos que aseguran que las esclavas podían costar hasta cuatro veces el precio de un esclavo.

Respecto a la edad, la esperanza de vida apenas superaba los 36 años. Pocos son los que llegaban a la cincuentena. La excavación reveló que se practicaba la trepanación, es decir, la perforación del cráneo con un objeto abrasivo. En algunos casos esta operación se hacía en vida ya que el hueso había conseguido regenerarse. Otras veces incluso se realizaban hasta siete trepanaciones después de la muerte. Aunque todavía es un misterio, es posible que se tratase de una primitiva práctica terapéutica para casos de fuertes dolores de cabeza o para finalidades mágicas y religiosas.

¿Qué contenían las tumbas?

Muchas de estas tumbas tenían dos fosas o regatas talladas en la roca. Los cuerpos se disponían en una posición muy forzada, amarrados para que quedaran encogidos. La razón la podríamos encontrar en una costumbre ritual o bien en una forma de ganar espacio en el sepulcro.

Los materiales encontrados en los sepulcros no se corresponden al mito de joyas y tesoros. La cultura talayótica era pobre en recursos y los hombres y mujeres se dirigían a ultratumba con sus objetos de prestigio y algunas ofrendas. Se encontraron puñales, puntas de lanza, hojas cortantes, clavos y punzones.


Bibliografía

"Guía de Son Real". Autor: Carlos Garrido. Publica: INESTUR (2008). Pág.: 103-105.

Fotografías

Virginia Leal © 2016

Enlaces

Parte I. La Possessió mallorquina y la finca de Son Real

Visitas guiadas (información y reservas)


 "Un día en Son Real"


sábado, 21 de febrero de 2015

Parte I. La possessió mallorquina y Son Real.


El término “possessió” equivale al nombre de la masía catalana, el “cortijo” andaluz o el “caserío” en vasco. Son fincas rurales de extensión considerable utilizadas tanto como vivienda como para usos productivos. El término aparece en Mallorca a partir del S.XIV, si bien ya se utilizaba la palabra árabe “alquería”. Las possessions eran centros de producción agrícola, herencia del concepto de las “villae” romanas.

La ubicación de muchas possessions coincide con los antiguos poblados prehistóricos. Aunque si bien se dan siempre unas mismas condiciones: una cierta elevación, suelo rocoso, terreno rico en agua, situación protegida del viento y buena orientación solar.

La arquitectura de la possessió era en sus orígenes  bastante sencilla. En muchos casos tenían un carácter fortificado. Fue a partir de los S.XVII y XVIII cuando se introdujo el gusto señorial en las fincas rurales con símbolos de prestigio como grandes patios, escaleras de honor o arcadas. Su estructura básica se basaba en un camino de acceso, muchas veces con árboles, un portal foráneo y un espacio exterior empedrado que delimitaba la fachada. La disposición de muchas de estas fincas se organizaba a partir de un patio central o claustro que podía estar (o no) totalmente cerrado y donde daban tanto las casa de los señores como las habitaciones de los trabajadores; así como la “tafona” (almazara), el molino, los establos, etc. Era común que, en medio del claustro, se situara la boca de la cisterna, como pasa en Son Real. Las grandes possessions tenían siempre una palmera alta o un “lledoner” (almez).

Una possessió suponía la existencia de una estructura social organizada en estamentos. Los propietarios pertenecían normalmente a la clase alta urbana y solo residían ocasionalmente en la finca. En este caso la gestión pasaba a manos de un empleado de los señores que se llamaba mayoral. Era muy común que los propietarios alquilaran la finca a cambio de unas rentas. Así aparece la figura del amo o arrendatario, un personaje clave para el desarrollo del campo, ya que organizaba la producción, administraba y, a veces, incluso dejaba dinero a los señores con mucho patrimonio pero poco líquido. Su mujer, la madona, tenía un papel fundamental en la vida de la finca porque era quien mandaba en los aspectos domésticos y era el centro de la vida social.

Cada possessió equivalía a un pequeño lugar donde, durante épocas determinadas, podían vivir más de cien personas. Teniendo en cuenta la precariedad de las comunicaciones, los habitantes apenas salían. Se formaba así una comunidad muy organizada y con las tareas bien repartidas. Los “amitgers” (aparceros) eran payeses que tenían porciones de tierra arrendadas dentro de la finca. Los jornaleros trabajan a cambio de una dieta durante un tiempo determinado. Los niños empezaban con pequeñas ocupaciones como la de pastorcillo. Una figura importante era la del algarrobero, encargado de vigilar con una carabina la gran extensión de algarroba para evitar los incendios o la presencia de cazadores furtivos.

Los horarios de trabajo eran intensos y solo se descansaba en domingo. La misa también era una ocasión para las relaciones sociales, igual que las matanzas o las fiestas mayores de los pueblos. Era una vida dura de la cual nos dan testimonio muchas canciones populares.

La possessió de Son Real

Fue la possessió más grande del término. Había unas casas que mostraban tanto la importancia de la explotación agraria como la jerarquía social que se establecía. Era una estructura escalonada que tenía por encima los señores, por debajo suyo los amos y, ya en los escalones más bajos, toda una serie de asalariados fijos y temporales. Eso sin contar los arrendatarios, como los “roters” que se encargan del cultivo de las tierras más malas de la possessió, o como aquellas personas que iban a cortar pinos para trabajo de carpintería y a buscar leña para hacer hormigueros. Incluso había carboneros.

Pero Son Real siempre tuvo algo especial que la hacía diferente respecto a las demás possessions. Primero, porque en Son Real teníamos el mar el cual fue, durante siglos, una fuente de peligro; la parte más antigua de las casas de la possessió es una torre de defensa. Los hombres de Santa Margalida eran los encargados, desde la Edad Media, de hacer las guardias de mar en Son Real, para advertir de la llegada de piratas, corsarios y naves enemigas. Lo fueron hasta el S.XIX; concretamente en la cueva de delante de la isla des Porros, una antigua cueva de enterramiento prehistórico. Más adelante, en este lugar, hubo un cuartel que, seguramente porque el peligro fue disminuyendo, fue abandonado. Puede que fuera por eso que la gente empezara a visitar más la marina de Son Real. Eran hombres que iba a extraer marés a las pedreras de la misma orilla del mar, payeses que iban a buscar alga para poner en los cultivos. Pero además encontraron otra utilidad al mar y a la relativa soledad del lugar: el contrabando. A finales del S.XIX y la primera mitad del S.XX, el contrabando – de tabaco primordialmente – fue una fuente de ingresos complementarios para muchas de las familais de Santa Margalida y una de las bases de las fortunas que se hicieron en la Vila.

Incluso se cuenta que estos se refugiaban en la “cueva del contrabando”. No se sabe si es una cueva prehistórica modificada o si es una obra nueva hecha por los contrabandistas. Incluso contaban que el interés de la gente de Santa Margalida por mantener en buen estado el camino público des Quarter o s´illa des Porros tenia como principal motivo facilitar aquella actividad que se había convertido en un complemento importante de la economía de las familias payesas de la Vila.

La possessió de Son Real no está exenta de sucesos extraños. El más impactante fue uno que ocurrió en el año 1348, cuando la primera víctima de la peste negra en Mallorca (Guillermo Brassa de Alcúdia) fue enterrado por sus vecinos y sin permiso en la isla des Porros. Los hombres de Santa Margalida, puede que alertados por el guardián de la cueva, se enteraron y protestaron al gobernador, que dio orden de desenterrar el cadáver y hacerlo enterrar en Alcudia. Así, el rafal d’en Rubert – así se llamaba Son Real, tomando el nombre de uno de sus primero propietarios, Robert de Bellví – se había convertido de manera inesperada en el escenario de una historia con un triste final: la despoblación del término hizo del lugar un paraje todavía más desolado, incluso cuando la adquirió, en la segunda mitad del S.XIV, Real Monja de Selva, que la ocupó por poco tiempo y que acabó por darle nombre a aquella gran possessió. Pero pese a todo Son Real es y será conocida por el rico patrimonio arqueológico que atesora y por las necrópolis talayóticas y la isla des Porros.

Bibliografía

"Guía de Son Real". Autor: Carlos Garrido. Publica: INESTUR (2008). Pág.: 8-9; 22-23.

Fotografías

Virginia Leal © 2015

Enlaces

 Finca Pública de Son Real