Durante
la Cuaresma, una de las tradiciones más típicas de nuestro
costumario era la Jaia
Corema,
también conocida con el nombre de Jaia
Serrada.
Mossèn Alcover nos describe detalladamente la tradición:
“La
Jaia
Serrada
era una anciana de papel, cartón o madera pintada, que representaba
la Pascua, delgada y agrietada, con un bacalao en una mano y un
manojo de zanahorias en la otra, y con siete piernas y siete dientes,
que representaban las siete semanas de Cuaresma. El primer día de
Cuaresma colgaban aquella anciana en la cocina o en el comedor, y
cada domingo le cortaban una pierna de las siete que tenía, hasta
que el Sábado Santo se quedaba sin ninguna pierna y desechaban lo
que quedaba de ella; pero a mitad de Cuaresma ya le realizaban una
operación, de dónde le venía el nombre que llevaba de serrada
(serrada);
y era que el jueves de la cuarta semana, cuando ya había pasado
justo media Cuaresma, bajaban la anciana y la serraban por la mitad,
porque ya había transcurrido media Cuaresma” El sábado de Pascua,
retiraban o quemaban lo que quedaba de la figura.
Luis
Fábregas da algún detalle más, de la Jaia
Corema,
como que encima de la falda, la anciana tenía una palangana con
verduras y pescado, comida típica de Cuaresma, y que el encargado de
llevar los pies de la anciana era el padre de la familia. Miquel
Forteza también nos recuerda la tradición: “La Jaia
Corema
era una vieja con siete pies correspondientes a las siete semanas de
cuaresma. La Jaia
Serrada era
realmente la representación del cuarto jueves de Cuaresma, en que
esta queda cortada en dos mitades iguales. Aquel día solían serrar
una estatua de la Jaia
Corema
que muchas veces solían tener muy poco valor”
Mn.
Alcover, citando un artículo de Pere d´Alcàntara Penya, remonta la
fiesta que se hacía cada año el jueves de la cuarta semana de
Cuaresma; era todo un espectáculo público que tenía lugar en el
ciudad de Mallorca, concretamente en la Plaza de Cort: “Antiguamente,
en Ciudad, tal día también hacían otra función más en medio de
la Plaza de Cort para divertir a la gente: ponían un tablado, y el
verdugo su ayudante (llamado mataratas)
se subían con una anciana hecha de paja y retales, casi tan grande
como una de verdad y, con una sierra de carpintero, serraban a la
anciana hasta hacerla añicos mientras todo el mundo reía, gritaba y
silbaba. Mucha era la gente que acudía a la plaza para ver la Jaia
Serrada.
Finalmente,
cuando descolgaban a la Jaia
Corema, los
jóvenes solían descansar un momento, porque una época de
privaciones y sacrificios como la Cuaresma había terminado; ya lo
dice la canción popular mallorquina, con cierto tono de exageración
irónica:
Sa
Corema ja es pasada;
Mare
de Déu que no torn!,
que
tenc s´esquena ecorxada
d´anar-me
a colgar dejorn.
Bibliografía: "Passejades per les llegendes de Palma", de Gaspar Valero.