miércoles, 13 de febrero de 2013

Leyenda: Sa Jaia Corema

Durante la Cuaresma, una de las tradiciones más típicas de nuestro costumario era la Jaia Corema, también conocida con el nombre de Jaia Serrada. Mossèn Alcover nos describe detalladamente la tradición:

La Jaia Serrada era una anciana de papel, cartón o madera pintada, que representaba la Pascua, delgada y agrietada, con un bacalao en una mano y un manojo de zanahorias en la otra, y con siete piernas y siete dientes, que representaban las siete semanas de Cuaresma. El primer día de Cuaresma colgaban aquella anciana en la cocina o en el comedor, y cada domingo le cortaban una pierna de las siete que tenía, hasta que el Sábado Santo se quedaba sin ninguna pierna y desechaban lo que quedaba de ella; pero a mitad de Cuaresma ya le realizaban una operación, de dónde le venía el nombre que llevaba de serrada (serrada); y era que el jueves de la cuarta semana, cuando ya había pasado justo media Cuaresma, bajaban la anciana y la serraban por la mitad, porque ya había transcurrido media Cuaresma” El sábado de Pascua, retiraban o quemaban lo que quedaba de la figura.

Luis Fábregas da algún detalle más, de la Jaia Corema, como que encima de la falda, la anciana tenía una palangana con verduras y pescado, comida típica de Cuaresma, y que el encargado de llevar los pies de la anciana era el padre de la familia. Miquel Forteza también nos recuerda la tradición: “La Jaia Corema era una vieja con siete pies correspondientes a las siete semanas de cuaresma. La Jaia Serrada era realmente la representación del cuarto jueves de Cuaresma, en que esta queda cortada en dos mitades iguales. Aquel día solían serrar una estatua de la Jaia Corema que muchas veces solían tener muy poco valor”

Mn. Alcover, citando un artículo de Pere d´Alcàntara Penya, remonta la fiesta que se hacía cada año el jueves de la cuarta semana de Cuaresma; era todo un espectáculo público que tenía lugar en el ciudad de Mallorca, concretamente en la Plaza de Cort: “Antiguamente, en Ciudad, tal día también hacían otra función más en medio de la Plaza de Cort para divertir a la gente: ponían un tablado, y el verdugo su ayudante (llamado mataratas) se subían con una anciana hecha de paja y retales, casi tan grande como una de verdad y, con una sierra de carpintero, serraban a la anciana hasta hacerla añicos mientras todo el mundo reía, gritaba y silbaba. Mucha era la gente que acudía a la plaza para ver la Jaia Serrada.

Finalmente, cuando descolgaban a la Jaia Corema, los jóvenes solían descansar un momento, porque una época de privaciones y sacrificios como la Cuaresma había terminado; ya lo dice la canción popular mallorquina, con cierto tono de exageración irónica:

Sa Corema ja es pasada;
Mare de Déu que no torn!,
que tenc s´esquena ecorxada
d´anar-me a colgar dejorn.

Bibliografía: "Passejades per les llegendes de Palma", de Gaspar Valero.